Cuando la naturaleza es mucho más que una pasión y se convierte en los cimientos y el andamio de una vida, no hay regreso a casa sin su rastro acomodado en los pliegues del equipaje físico y sentimental. Si hablamos de Luis Miguel Domínguez (en la ilustración), decimos “casa” queriendo que Madrid sea sinónimo de hogar, el reposo a medias de un viajero que se resiste a descansar del todo.
Más en Mi Petit Madrid